Venatajosa(o lamentable)mente decidí que voy a seguir con la historia de mi novela. (Eiko y Jake) Aunque supuestamente ya estaba terminada, cuando escribí "el final" me di cuenta de que todavía había muchísimas cosas que aclarar/desenredar, así que... El juego sigue. (Ya tengo los dos primeros capítulos del segundo libro y todavía no sé que hacer con el primero)
En fin, hoy escribí una historia corta en 2da persona, algo que ya llevaba tiempo queriendo hacer, pues es la primera vez que escribo desde esa perspectiva.
Mi musa; que al parecer es muy celosa, pues me inspira especialmente en momentos donde estoy solo aunque debería estar acompañado, (larga historia) me inspiró justo hoy para hacer este escrito que ya tenía en mente desde hace algún tiempo. Se llama "¿Quién es? ¿Quién es?" Y me gusta la sensación que causa al leerlo. Espero que otros también lo disfruten.
Pero antes de ponerlo; quiero contestar una pregunta que alguien me hizo el otro día.
"¿Por qué muchos de tus personajes más importantes son mujeres?"
La respuesta es bastante sencilla. Soy hombre.
De eso salen dos conclusiones.
1.- Sé con certeza lo aburridos que somos cuando se trata de sentimientos y es difícil hacer una mentalidad masculina pero/y sensible a la vez y que sea creíble.
2.- Creo que las chicas son mucho mejores cuando se trata de personalidades y mentes complejas, en cierta forma las idolatro por eso. Este motivo es el más fuerte de los dos; probablemente, si entendiera como piensan, no me gustaría usarlas como personajes, pues no habría magia para mí en hacerlo. Pienso que el hecho de que las vea como... "mágicas" (para mí todas son brujas ;) ) hace que me encante hacer que mis personajes sean chicas; ya sean buenas o malas.
En fin, espero que eso solucione aquel asunto; ahora sí; mi más reciente cuento.
Un día, sin embargo, hubo algo diferente.
Tomaste tu lugar en el aula, como siempre al iniciar la primera hora. Descansaste tu rostro adormilado en la pared y descubriste que faltaba quien generalmente se sienta junto a ti. En ese momento, algo se movió e hizo que olvidaras a quien faltaba.
Ahora podías ver claramente a “aquel” chico.
Al principio parecía estar distraído y soñando con la mirada en el techo. El profesor hablaba, pero ni tú ni él le ponían atención. A veces, una amiga te llamaba y tú la despachabas con monosílabos. Te pusieron cero tres veces, porque ni siquiera tenías idea de la clase en la que estabas, por estar admirando a “aquel” chico.
Te preguntas por qué está llamando tanto tú atención. (?)
En un momento, no estás segura del porqué, pero la gente a tú alrededor se alborota. Tus compañeros se levantan de sus asientos, todos hablan ruidosamente; excepto ustedes dos. Te preguntas que tanto mira en el techo. Entonces notas que su lápiz ha estado todo el tiempo moviéndose.
Imaginas lo que puede estar haciendo.
Talvez un dibujo. Intentas levantar el rostro para ver curiosamente. Sonríes. No logras ver nada. Hubiera sido muy pronto para que todo terminara. La gente a tú alrededor sigue de pie haciendo escándalo. Tú no te das cuenta, no te interesa. Al chico parece molestarle. Detiene su lápiz. Ves como su rostro desciende hasta la hoja. Ese rostro... ¿Lo habías visto antes?
El movimiento de sus ojos lo delata.
Cuando pones atención, te das cuenta de que está escribiendo. Por eso tenía la mirada perdida, estaba pensando. Pero... ¿Qué escribe? Quieres saberlo. No lo conoces; no lo recuerdas, no puedes imaginar lo que raya en la hoja. Crees que es extraño; siempre lo has creído. Ahora lo ves sacudiendo la punta de su lápiz furiosamente; a veces. Con tranquilidad; otras y la mayoría del tiempo, como si a herramienta tuviera vida propia y se moviera caprichosamente a su voluntad. Las curvas del lápiz te recuerdan el bamboleo de una mujer. ¿Por qué? No importa.
Sigues cuestionando el contenido de aquellas letras.
“¿Que estará escribiendo?” Te preguntas. Por su expresión... Su expresión no te dice nada. A momentos sonríe diabólicamente, ora se muerde el labio en arrepentimiento, ora pone una expresión idílica y ora parece sólo querer molestarte con su silencio. ¿Por qué justo ahora? ¿Quién es este paladín de la confusión que acabas de descubrir?
Talvez escribe algo para ti.
Sí. Eso debe ser. Por eso llamó tu atención en primer lugar; intuición femenina quizá. Entonces te preguntas por aquello tan importante que no puede decirte en persona y que prefiere plasmar en un papel. No es importante, sino especial. ¡Sí! Por eso quiere escribirlo, para que sea un legado que el viento no pueda llevarse. ¿¡Por qué se demora tanto!? Parece querer molestarte. “¡Apúrate!” Le gritas en tu mente.
Parece haberte oído.
Se detiene y se lleva el borrador del lápiz a la boca. Estás segura de que no lo dijiste en voz alta. Su mirada empieza a recorrer la habitación. Talvez está buscando inspiración. Talvez te está buscando a ti. ¿Pero qué le pasa? Parece burlarse de algo, pero no mira a nadie; y más bien, sus ojos siguen moviéndose. Terminó con un lado del aula; mira a sus compañeros ruidosos como si fueran insectos. Sus ojos siguen rodando, por fin se acerca a ti. La pared. La mesa de enfrente. Tú amiga con el novio. Tu mesa... Se detiene ahí. “¡Vamos mírame!” Gritas, de nuevo para ti. El sacude su rostro. ¿Te está mirando de reojo? No. Sólo está pensando. Empieza a retirar su mirada. “¡No! ¡Para allá no!” Ruegas, mientras regresa su mirada lentamente hacia él mismo; pero nadie te hace caso. Claro. No lo dijiste en voz alta.
Deberías hacer algo.
De nuevo está escribiendo. Te detienes un segundo a pensar; en realidad nunca dejó de mover el lápiz. No. Dudas. Sí lo hizo. Se llevó el borrador a la boca hace un instante, ¿verdad? Talvez... Ahora te preguntas si hay tanto espacio en una sola hoja como para que aún no haya tenido que darle la vuelta. Justo lo hace. Sigue rayando jugetonamente. La sonrisa burlona que tiene desde hace un rato no ha cambiado. ¿Y si se está burlando de ti? No puede estar oyendo lo que piensas... pero y si... Imposible. Crees que deberías acercarte y hablar con él. Tienes miedo. ¿Por qué? ¿Quién es? ¿Quien es? Es algo para ti; estás segura. ¿Pero qué? Te muerdes el labio; tú corazón se acelera.
Te molesta verlo riendo justo ahora. Se atora a carcajadas.
¡Patán! Como puede no pensar en lo que sientes. Claro. Ni siquiera te conoce. ¿O sí? ¿Quién es? ¿Quién es? Lo habías visto en tu clase antes. Sí; de eso no tienes duda. No... Esa personalidad no pudo haber pasado tanto tiempo sin que la notaras. Otra vez ríe. Te molesta. ¿Por qué? Se burla de ti. Sí. De ti. Eso es lo que escribe; una burla; una sátira; un insulto para ti. Deberías detenerlo, quieres ponerte de pie y golpearlo. Te preguntas una última vez: ¿Quién es? ¿Quien es? No importa, decides levantarte y quitarle la hoja. ¡Un segundo! Tus piernas no responden y tu corazón se siente hasta tu cuello. ¿Qué pasa? Nada. Ya estás mejor. Te levantas. Tus manos tiemblan. Él parece no notarlo. Mejor así. Te acercas. Empujas torpemente el asiento que los separa. ¡Se atoró! ¡Va a notarlo! No... Sigue sumido en sus pensamientos y en el rayar del lápiz. Te detienes un segundo. Si de verdad fuera algo sobre ti, él ya se hubiera ido para que no lo vieras... Lo piensas mejor. Empujas el pupitre y lo atacas de todas formas. Un golpe con tu palma lo tira del asiento al piso. Entonces reconoces quien es. Un chico al que siempre le gustaste. No importa ya. Sólo te interesa esta hoja.
Tomas este papel, pasas por las palabras una, dos, tres veces, a la cuarta avanzas después de esta línea.
Entiendes lo que pasa. (?)
“Imposible.” Murmuras horrorizada; mientras yo; yo sólo rió como un loco desde el piso al que acabas de tumbarme y guardo el lápiz, después de haber terminado un escrito para ti.
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