lunes, septiembre 13

Ensayo: Los Inocentes

Bueno, después de una racha de artículos con trazas de ensayo, y ensayos con trazas de artículo, ya era hora de que escribiera un ensayo que realmente lo fuera. Hay muchas noticias que tengo también apra el blog, pero lo cierto es que no he tenido tiempo de organizarlas y mucho menos escribirlas, pero seguramente haré una entrada al respecto en esta semana.

Sin más, un ensayo acerca de la violencia dentro de la sociedad, y con un atisbo sobre la violencia familiar.


Los Inocentes

Miramos perplejos y boquiabiertos cómo pasan frente a nuestros ojos escena tras escena de violencia, de sufrimiento, de crueldad; a veces, porque elegimos ignorarlas, otras, porque nos enseñan a ser ciegos.

¿No tachamos de cruel y violento al mafioso que bajo su gabardina, con un arma y palabras amables extorsiona al panadero para que le pague por protección? ¿Por qué entonces no tachamos de cruel a la madre que extorsiona sentimentalmente a su hija, para lograr que el padre divorciado pague su pensión? ¿No es la hija acaso una inocente atrapada en un tiroteo? ¿Por qué es menos cruel entonces que ella reciba las balas?

“Del silencio al grito, ese es el proceso ocurrido con la violencia en el mundo contemporáneo y de modo particular con las mujeres.” 1 Vivimos la violencia a diario, vemos, como nuestra sociedad construida en torno al machismo, tapa, con la etiqueta de “normal” o “justificable” escenas de violencia dictadas por la avaricia o por dogmas brutales.

Vemos cómo los padres presentan a sus hijas como piezas de carne, y callamos, damos vuelta a la esquina, y nos horrorizamos con noticias de violaciones. Construimos en nuestros niños y niñas, un esquema que dice que aquello que vemos de lejos y evidente, está mal, es cruel y violento; el mafioso, pero al mismo tiempo, dicen que si son ellos los que lo hacen, con un buen motivo, está bien; “vé y pregunta donde está tu padre, o me voy a resentir”.2


Esto, constituye, no un acto de violencia como tal, sino, una preparación, para aceptar la violencia como componente de sus vidas. Sin embargo, son pocos quienes despiertan para ver esta realidad, y aún entre aquellos que lo hacen, la mayoría elige el silencio y la replicación del sistema.

Se debería entonces, buscar la manera de abrir los ojos a las masas, de hacer despertar a las familias, no sólo a las más pobres y de poca educación, sino también a aquellas de buena posición económica y social, porque las últimas, son especialmente buenas para ocultar las verdades.

Es necesario darnos cuenta, de que la violencia no es sólo un golpe, un insulto, un manoseo. La violencia son actos, palabras costumbres, que nos lastiman, que no son justas, que no merecemos. La violencia, está en que nos enseñen a aceptar más violencia. Los inocentes, por inocentes, merecen un mundo en paz, una vida tranquila, pero una de verdad y no, una “vida tranquila” basada en el estoicísmo y en aceptar todo mal que “les toca”, pues eso, no es vida.

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