lunes, octubre 3

Sólo miraba por la ventana

Sólo miraba por la ventana

Es interesante cómo la gente tiende a ignorar las propiedades acústicas de los lugares en que habla, y es que una simple curvatura en el techo, o quizá esa entrada en la pared, hace que el sonido de sus voces llegue a lugares que apenas e imaginan. Precisamente este lugar donde me siento ahora cada tarde es uno de esos refugios de la voz, donde los ecos se esconden intentando escapar después de ser liberados. Desde aquí puedo ver claramente el rostro de quien habla y además puedo escuchar con increíble claridad sus susurros, aunque esté a varios metros de distancia. Ni siquiera necesito mirar en su dirección, basta con que siga fingiendo tener el pensamiento clavado afuera de la ventana...

¡Ahí va la Lucy! Ah... Si el José supiera que ya está soltera de nuevo, talvez no hubiera hablado tan mal de ella el otro día; y al contrario, hubiera escrito esa poesía que hace en secreto, para ella.

El único inconveniente de escuchar desde aquí, es que a veces no puedo ver el cuerpo de quien habla según la posición en que se pongan los dos conversantes; al principio pensé que no importaba, pero con el tiempo noté que las palabras son más caprichosas de lo que yo creía; ¡pues hay veces que engañan incluso a su dueño!

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