Sacudió la corbata limpia. Se ajustó el cuello y arregló su cabello frente al espejo. Detrás de él no veía nada; sólo las sombras que reían con blancos dientes.
¿A donde vas tan elegante? A un baile, a verla por primera vez. Igual que todos los días, me visto elegante esta noche. Igual que cada vez, me arreglo el cabello y con las manos temblorosas me sacudo el polvo. La diferencia es que esta noche no lo hago con la esperanza de verla; esta vez lo hago seguro de que la voy a encontrar. Ella es la que nos invitó a todos a este baile. No voy a ser ni el más elegante ni el más pobre, sólo voy a ser uno más entre el sonido, uno más entre la fantasmagoria de la música que no se oye.
Uno más que es para la muerte, uno más en la Danza de la Muerte.
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